Lucy Chau, escritora, poeta y docente panameña
SUEÑOS
Llovizna /Misty Rain
Llovizna
Ahora que ha parado de llover,
que las tormentas duermen
y los mares no se derraman,
el cielo vuelve a descansar
sobre las montañas,
Ahora que se escurren los miedos,
con este sol que no parece invierno,
la ciudad,
aún dormida,
camina entre el café colado
y la indiferencia.
Ahora que ha parado de llover,
que las tormentas duermen
y los mares no se derraman,
el cielo vuelve a descansar
sobre las montañas,
Ahora que se escurren los miedos,
con este sol que no parece invierno,
la ciudad,
aún dormida,
camina entre el café colado
y la indiferencia.
Migración
Las aves migratorias no son ilegales
porque los pájaros no pagan impuestos,
ni levantan estructuras que se hipotecan
o devengan salarios que se embargan.
Los delfines viajan libremente por los mares
hasta que el acuario de la Florida
los necesita para el crecimiento
de la siempre frágil industria hotelera.
Los monos aulladores viven entre los árboles,
construyen comunidades de aullidos feroces,
hasta que la industria maderera exige que se muden
y dejen su hábitat en lo profundo de la selva noble.
Las palomas habitan los campanarios y los tejados
hasta que el edificio más alto les corta el vuelo cotidiano
y subyacen en las plazas con semillas bondadosas
y restos de agua contaminada.
La gente, que no sabe todas estas cosas,
piensa que las aves han enloquecido,
que los delfines quisieron conocer la costa
y que los monos aulladores
no conocen las reglas de la convivencia.
Por eso, cuando emigran los pájaros,
los peces y las mariposas,
en mi país olvidan,
que la abundancia
reside
en la mente
de quien la imagina.
Las aves migratorias no son ilegales
porque los pájaros no pagan impuestos,
ni levantan estructuras que se hipotecan
o devengan salarios que se embargan.
Los delfines viajan libremente por los mares
hasta que el acuario de la Florida
los necesita para el crecimiento
de la siempre frágil industria hotelera.
Los monos aulladores viven entre los árboles,
construyen comunidades de aullidos feroces,
hasta que la industria maderera exige que se muden
y dejen su hábitat en lo profundo de la selva noble.
Las palomas habitan los campanarios y los tejados
hasta que el edificio más alto les corta el vuelo cotidiano
y subyacen en las plazas con semillas bondadosas
y restos de agua contaminada.
La gente, que no sabe todas estas cosas,
piensa que las aves han enloquecido,
que los delfines quisieron conocer la costa
y que los monos aulladores
no conocen las reglas de la convivencia.
Por eso, cuando emigran los pájaros,
los peces y las mariposas,
en mi país olvidan,
que la abundancia
reside
en la mente
de quien la imagina.